Introducción:
La evaluación del olor de las heridas nos aporta información del estado de la lesión. El mal olor suele ser un signo de alarma de infección, hemorragia o de necrosis de la lesión.
En ocasiones el mal olor puede estar asociado a la respuesta de algunos apósitos al ser aplicados sobre las heridas como los hidrocoloides, colágeno o alginatos.
El abordaje principal se centra en tratar la causa desencadenante.
Los pacientes que sufren heridas con mal olor se enfrentan a importantes problemas relacionados con el impacto sobre la autoimagen corporal y sus relaciones sociales.
Recomendaciones:
- Considerar el mal olor al planificar la frecuencia de cada cuidado y en la elección de los productos.
- En heridas tumorales, una óptima gestión del exudado conlleva un mejor control del olor.
- Atender las medidas ambientales como la ventilación del ambiente o la utilización de ambientadores o productos balsámicos como el café o la canela en polvo por su capacidad para neutralizar el olor ambiental.
(Tabla 3. Resumen de los niveles de recomendación en caso de olor según la evidencia disponible)