Introducción:
El dolor asociado a las heridas tiene un impacto negativo en la calidad de vida del paciente. El dolor es un fenómeno difícil de valorar, subjetivo y perceptivo influenciado por factores sociales, emocionales, psicológicos y fisiológicos.
El dolor de las heridas puede aparecer durante el procedimiento del cuidado, ya sea durante la retirada de los apósitos, la manipulación directa de la lesión o al aplicar los productos de cuidado sobre el lecho de la herida. Puede estar presente de forma constante y persistente, como consecuencia de los procesos inflamatorios asociados.
Con el fin de mejorar el bienestar del paciente minimizando el dolor, es importante tener en cuenta una pauta analgésica y considerar administrar una dosis de rescate antes de proceder a realizar cuidado si esta fuera dolorosa.
La evaluación y el tratamiento del dolor deben estar integrados en el plan de cuidados de las heridas de forma integral, individualizada y continua.
Recomendaciones:
- Manipular las heridas con suavidad, evitando la presión excesiva durante el procedimiento de cuidado.
- Realizar pausas durante la realización de los cuidados si fuera necesario.
- Elegir apósitos secundarios adaptados a las características de la herida y que favorezcan una manipulación atraumática (CAH).
- Utilizar escalas de evaluación del dolor validadas y adaptadas al paciente.
- Atender todas aquellas medidas no farmacológicas que ayuden a aumentar el umbral del dolor como por ejemplo el manejo ambiental, el abordaje emocional o la actitud profesional empática.
(Tabla 1. Resumen de los niveles de recomendación de control del dolor según evidencia disponible)